La nutrición. El gasto energético es muy superior al de la vida rutinaria y es preciso compensar esta pérdida con una buena nutrición. Lo más recomendable es comenzar el día con un buen desayuno, durante la etapa tomar comestibles ligeros y energéticos, y hacer el ágape más fuerte al final de día, una vez acabada la etapa y más descansados.
La preparación física. El Camino de la ciudad de Santiago no es un camino exento de contrariedades. Es verdad que, de entrada, es viable para cualquier persona, tanto para aquellos que están habituados a caminar para aquellos que no lo están. De todas y cada una maneras, el los pies en el suelo no debe hacernos perder de vista que el ahínco que supone una peregrinación de esta clase precisa de unas condiciones físicas determinadas y que, por ende, es precisa una buena preparación anterior, con independencia del punto desde el que empecemos el Camino. Recorrer a pie cientos de km día a día no es trivial. La preparación física es entre los aspectos más esenciales para conseguir que la peregrinación sea un éxito. No solo para tener la satisfacción de haberla podido acabar, sino más bien asimismo para gozarla y, de esta forma, lograr que se transforme, probablemente, en entre las experiencias más gratificantes de nuestra vida (según nos cuenta nuestro compañero de trabajo de reparacion lavadoras). Una mala preparación, producto de la improvisación, puede obligarnos a desamparar o bien, lo que aún es peor, puede transformar cada etapa en un martirio. Indudablemente, la mejor forma de prepararnos es andando en condiciones afines con las que nos encontraremos. Por servirnos de un ejemplo, hacer excursiones por alguna zona de montaña que conozcamos bien, con exactamente el mismo calzado, vestimenta y mochila con que iniciaremos el Camino. Asimismo debemos cargar la mochila con el peso aproximado que pensamos llevar. Va a ser recomendable efectuar múltiples excursiones, durante las que vamos a ir acrecentando los km. De esta manera, aparte de ponernos en forma, vamos a poder determinar de qué forma reacciona nuestro cuerpo en estas circunstancias, y asimismo si el calzado es el conveniente, si el peso es excesivo, etcétera
Objetos de valor. A Dios gracias, los casos de hurtos en los cobijes son poquísimo usuales. De todas y cada una de las maneras, y en especial en los cobijes más grandes, es preciso tomar las elementales medidas de seguridad y no dejar olvidados los objetos de valor mientras que estamos, por poner un ejemplo, en la ducha o bien paseando por la población. Asimismo hay la posibilidad, en verdad la más usual, de dejarnos alguna cosa olvidada en ciertas múltiples paradas frecuentes durante una etapa (bajo un árbol, en un bar, etcétera). Y finalmente, asimismo debemos tomar en consideración que es bien difícil tratar de manera delicada el material complejo que transportamos en la mochila, como por servirnos de un ejemplo las cámaras fotográficas. Así, en conclusión, podemos aseverar que los objetos de valor o bien frágiles y los largos caminos a pie son poco compatibles. Además de esto, entre las gracias de los caminos a pie es hacerlos despreocupadamente, sin estar pendiente de si perdemos esto o bien se nos rompe aquello.
Los riesgos de la carretera. Toda vez que andemos por carretera o bien debamos cruzar una, debemos hacerlo con mucha cautela. Hay que tomar en consideración que el peso de la mochila y el cansancio difieren los movimientos en el caso de precisar una reacción veloz. Además de esto, siempre y en toda circunstancia debemos caminar por la izquierda para tener a la vista los turismos que circulan más cerca de nosotros, y hacerlo cuanto más distanciados de la calzada mejor. Por suerte, y de forma especial en el Camino Francés, hay pocos tramos de camino que transcurran por carreteras con tráfico, cuidado, puede ser peligroso, a un amigo que conozco fontanero, casi es atropellado por una moto.
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